Sobre mí

Desde muy joven, la búsqueda del éxito definía mi vida: estudié Comercio Exterior y, con tan solo 25 años, ya era gerente general de la franquicia de helados más importante del país.

Mi carrera florecía y la satisfacción profesional era inmensa. Sin embargo, en medio de este ascenso, una inquietud más profunda resonaba en mi interior: ¿qué hay más allá de lo visible?

Desde niña, soñaba con ser arqueóloga o investigadora de fenómenos UFO, pero esa opción no existía como carrera. En su lugar, seguí un camino convencional, enterrando esas preguntas fundamentales bajo el afán de encajar en un sistema que no me representaba.

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A pesar de los logros, sentía que algo faltaba, un propósito mayor que el éxito material no podía llenar. Mi vida carecía de trascendencia.

Fue entonces cuando, impulsada por esa búsqueda, participé en un viaje al lago Titicaca, donde viví experiencias que desafiaron mi visión de la vida, que decidí dejarlo todo para emprender un camino de autodescubrimiento.

Aunque nunca antes había asistido a algo parecido, lo que presencié y las inteligencias no humanas que conocí transformaron por completo mi percepción de la vida y el conocimiento. Dejé todo atrás para embarcarme en un camino de autodescubrimiento, explorando dimensiones, memorias enterradas de mi infancia y las profundidades del alma.

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Este proceso me llevó a España, donde estudié Psicología Transpersonal, una disciplina que resonó profundamente conmigo. Pasaron 15 años de investigación, aprendizaje y transformación personal para dar forma a mi verdadero propósito: fundar Almora, la Escuela Internacional Transpersonal en Bolivia, que cuenta con el reconocimiento de la Asociación de Psicología Transpersonal de Florida y en convenio con la Unidad de Posgrado de la Universidad San Francisco de Asís.

Almora es más que una escuela; es una nave de conciencia en pleno vuelo, inspirando a otros a construir sus propias "naves", a despertar y ser auténticos. Invita a cuestionar y trascender los sistemas de creencias, a rebelarse contra ellos y a alinearse con su mejor versión, abrazando incluso su propia sombra sin temor.

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A lo largo de este camino, he tenido el privilegio de viajar por el mundo, conectar con maestros y espejos del alma que, con su luz y su sombra, me han enseñado lecciones invaluables.

Cada paso en este viaje es un descubrimiento, una transformación, y me entrego plenamente a la magia de esta danza infinita con el conocimiento y la conciencia.